Alfajores chilenos
Los alfajores chilenos son uno de los dulces más queridos de Chile, presentes en celebraciones familiares, Navidad, Fiestas Patrias y eventos importantes desde tiempos antiguos. Estos alfajores tradicionales se elaboran de forma casera, con ingredientes simples como harina y yemas, dando origen a una masa hojarasca crujiente y delicada a la vez. A diferencia de otras versiones latinoamericanas, los alfajores chilenos destacan por sus tapas finas y secas, pensadas para equilibrar perfectamente el sabor del relleno.
El protagonista indiscutido es el manjar, más espeso y caramelizado que el dulce de leche de otros países, ideal para unir las capas sin perder estructura. Aunque existen versiones modernas bañadas en chocolate, glaseadas o de repostería fina, los alfajores artesanales siguen siendo los más valorados. Esta es una receta facil, heredada y perfeccionada con el tiempo, que refleja la esencia de uno de los postres más representativos de nuestra cocina.
Información de la receta
- Tiempo de preparación: 30 minutos
- Tiempo de cocinado: 10 minutos
- Tiempo total: 1 hora 40 minutos
- Raciones: 20 alfajores
- Categoría: Postres
- Tipo de cocina: Cocina chilena
- Calorías por ración: 210 kcal
Ingredientes
- 2 tazas de harina sin polvos de hornear (250–270 g)
- 5 yemas de huevo
- 40 g de mantequilla sin sal
- ¼ taza de pisco o coñac
- 1 cucharada de leche (opcional)
- 1 cucharadita de vinagre blanco o de manzana
Para el relleno y terminación
- 400–500 g de manjar (dulce de leche espeso)
- Azúcar flor
Como hacer Alfajores chilenos
- Mezclar los ingredientes y formar la masa: Coloca la harina en un bol amplio y forma un hueco en el centro. Agrega las yemas, la mantequilla, el vinagre y el pisco. Comienza integrando con un tenedor y luego continúa con las manos hasta que los ingredientes se unan. Amasa hasta obtener una masa lisa, firme y más bien seca, característica de las hojarascas tradicionales. Si la masa se siente excesivamente seca y se quiebra, incorpora la leche de a cucharaditas; si por el contrario está muy blanda, espolvorea un poco más de harina hasta lograr el punto correcto.
- Reposar la masa: Forma una bola con la masa, envuélvela completamente en plástico de cocina y llévala al refrigerador por al menos una hora. Este reposo permite que el gluten se relaje y facilita estirar la masa muy delgada sin que se retraiga. La masa puede reposar hasta dos días refrigerada sin afectar el resultado final, lo que incluso mejora la textura.
- Estirar la masa: Precalienta el horno a 180 °C (350 °F) con suficiente anticipación. Sobre una superficie ligeramente enharinada, estira la masa con uslero hasta dejarla extremadamente delgada, casi translúcida. Si dispones de máquina para hacer pasta, pásala por los rodillos comenzando en un grosor medio y bajando progresivamente, lo que asegura tapitas parejas y finas, uno de los sellos del alfajor chileno tradicional.
- Cortar y pinchar las tapitas: Corta la masa en círculos de aproximadamente 4 a 6 cm de diámetro. Colócalos directamente sobre una lata de horno forrada con papel mantequilla o una alfombra de silicona. Pincha cada tapita varias veces con un tenedor para evitar que se inflen durante la cocción. Un truco clásico es salpicar la lata con algunas gotas de agua antes de poner las tapitas, ya que el vapor ayuda a que se arqueen levemente y tomen su forma característica.
- Hornear: Lleva la lata al horno y hornea entre 6 y 10 minutos, dependiendo de la potencia de tu horno. Las tapitas deben cocerse sin dorarse en exceso, quedando apenas doradas, secas y crujientes. Es importante vigilarlas de cerca, ya que una cocción prolongada las endurece demasiado. Retíralas del horno y déjalas enfriar completamente sobre una rejilla antes de manipularlas.
- Rellenar y terminar los alfajores: Una vez frías, une las tapitas de a dos con abundante manjar, presionando suavemente para que el relleno se distribuya de manera uniforme. Finalmente, espolvorea con azúcar flor al gusto. Las tapitas sin rellenar pueden guardarse en un recipiente hermético por hasta una semana o congelarse por dos meses; sin embargo, una vez rellenos, los alfajores se disfrutan mejor el mismo día, cuando mantienen su equilibrio ideal entre crocancia y suavidad.