Ajiaco chileno
El ajiaco chileno es una sopa tradicional de Chile muy ligada a las celebraciones y a la cocina de aprovechamiento. Su origen está en el uso de la carne asada que sobra del asado del día anterior, transformada en un caldo sabroso, reconfortante y lleno de identidad. Este plato se consume especialmente en fiestas patrias y fines de semana fríos, cuando se busca una preparación casera que reúna a la familia alrededor de la mesa y rescate sabores simples, honestos y profundamente chilenos.
Además de ser un plato cargado de tradición, el ajiaco chileno destaca por ser facil de preparar y muy versátil. Aunque admite algunas variaciones de verduras, su esencia se mantiene intacta y no debe confundirse con otros ajiacos de países vecinos. Servido bien caliente, idealmente en greda, este caldo reponedor es perfecto para reutilizar la carne asada y disfrutar una receta económica, sabrosa y profundamente arraigada en la cocina chilena tradicional y hogareña para toda la familia.
Información de la receta
- Tiempo de preparación: 15 minutos
- Tiempo de cocinado: 35 minutos
- Tiempo total: 50 minutos
- Raciones: 4–6 personas
- Categoría: Plato principal
- Tipo de cocina: Cocina chilena
- Calorías por ración: 420 kcal
Ingredientes
- 400–500 g de carne asada sobrante (principalmente vacuno; puede incluir longaniza o chorizo, opcional)
- 2 cucharadas de aceite (maravilla u oliva)
- 2 cebollas medianas
- 3–4 dientes de ajo
- 1 zanahoria mediana
- 1/2 pimentón rojo
- 1 rama pequeña de apio (opcional)
- 5–6 papas medianas
- 1 cucharadita de ají de color
- 1/2 cucharadita de comino
- 1 cucharadita de orégano seco
- Merkén, a gusto
- Sal, a gusto
- Pimienta negra, a gusto
- 1,5 litros de caldo de carne caliente (o agua con caldo)
- 3–4 huevos
Para servir
- Cilantro o perejil fresco picado
- Merkén adicional (opcional)
Como hacer Ajiaco chileno
- Sofrito base del ajiaco: Calienta el aceite en una olla grande a fuego medio y agrega la cebolla cortada en pluma fina. Sofríe con paciencia hasta que esté transparente y ligeramente dorada, ya que este paso es clave para dar profundidad al caldo. Incorpora el ajo picado o laminado y cocínalo brevemente solo hasta que perfume; si se quema, amarga el plato, por lo que conviene mantener el fuego moderado.
- Verduras y aprovechamiento del asado: Agrega la zanahoria cortada en juliana o media luna, el pimentón en tiras y el apio picado fino si decides usarlo, removiendo para que se ablanden ligeramente. Incorpora luego la carne asada desmenuzada o cortada en tiras, aprovechando todo lo que haya sobrado del asado anterior; este es el espíritu del ajiaco y lo que le da su sabor característico. Revuelve bien para integrar la carne con el sofrito.
- Aliñado tradicional: Añade el ají de color, el comino, el orégano, la pimienta y el merkén a gusto. Cocina uno o dos minutos removiendo constantemente para que los aliños se activen con el calor y se impregnen en la carne y las verduras. En este punto se puede ajustar ligeramente la sal, siempre con cuidado, ya que el caldo terminará de sazonar el conjunto.
- Papas y formación del caldo: Incorpora las papas peladas y cortadas en bastones o cuñas delgadas, revuelve suavemente y vierte el caldo caliente hasta cubrir holgadamente todos los ingredientes. Lleva a hervor, baja el fuego y cocina a olla semitapada durante unos 20 a 25 minutos, hasta que las papas estén completamente cocidas y comiencen a soltar su almidón, lo que dará al ajiaco su consistencia espesa y reconfortante; no debe quedar como una sopa liviana.
- El huevo, sello final del ajiaco: Cuando las papas estén listas, agrega los huevos. Puedes incorporarlos ligeramente batidos y revolver suavemente para que se integren al caldo, o añadirlos sin batir y mover apenas para que se formen hebras irregulares; ambas formas son tradicionales y dependen de la costumbre familiar. Apaga el fuego y deja reposar un par de minutos para que el huevo termine de cuajar sin sobrecocerse.
- Servicio y toque final: Sirve el ajiaco bien caliente en platos hondos y termina con cilantro o perejil fresco picado por encima. Si se desea, añade un toque extra de merkén al momento de servir. Este plato mejora incluso tras unos minutos de reposo y, como dicta la tradición, suele saber aún mejor al día siguiente.