Cachangas peruanas

Cachangas peruanas
Receta de cachangas peruanas

Las cachangas peruanas son un bocado tradicional elaborado a partir de una masa simple de harina y agua, a la que en muchas casas se le añade huevo para lograr un interior más suave y una superficie dorada y crocante. Estas tortillas fritas, finas y rústicas, se preparan sin complicaciones, lo que las convierte en una opción fácil y rendidora para cualquier momento del día. Aunque algunas versiones modernas incorporan levadura, su textura clásica se consigue principalmente con un buen amasado y reposo. Su versatilidad permite disfrutarlas solas o rellenas con queso, acompañadas de café o infusiones.

En el Perú, las cachangas forman parte de la vida cotidiana y de la comida callejera, especialmente en el norte del país, donde su historia y origen las vinculan con postres y panes ancestrales. Se consumen en el desayuno o como merienda, servidas con dulce, miel, azúcar o manjar, y suelen compararse con los panqueques peruanos por su sencillez y popularidad. Además de ser deliciosas, representan una fuente de ingreso para muchas familias que mantienen viva esta tradición.

Información de la receta

  • Tiempo de preparación: 20 minutos
  • Tiempo de cocinado: 15 minutos
  • Tiempo total: 1 hora y 5 minutos
  • Raciones: 12–15 unidades
  • Categoría: Desayuno / Merienda
  • Tipo de cocina: Peruana
  • Calorías por ración: 260 kcal

Ingredientes

  • 500 g de harina de trigo sin preparar
  • 2 huevos
  • 1 taza de agua tibia (cantidad aproximada)
  • 1 cucharada de azúcar blanca
  • 1 cucharadita de sal
  • 2 cucharadas de mantequilla
  • 1 cucharadita de polvo de hornear (opcional)
  • 1 cucharadita de aceite vegetal
  • Aceite vegetal suficiente para freír

Como hacer cachangas peruanas

  1. Mezclar los ingredientes secos: Colocá la harina en un recipiente amplio y agregá la sal, el azúcar y el polvo de hornear si decidís usarlo. Mezclá bien para que todos los ingredientes se integren de manera uniforme, lo que permitirá que la masa tenga una textura pareja y que las cachangas se inflen de forma equilibrada durante la fritura.
  2. Incorporar los ingredientes húmedos: Formá un hueco en el centro de la harina y añadí los huevos previamente batidos junto con la mantequilla derretida y la cucharadita de aceite vegetal. Comenzá a integrar todo desde el centro hacia afuera hasta que se forme una mezcla espesa y bien distribuida.
  3. Formar la masa: Agregá el agua tibia poco a poco mientras amasás, controlando la cantidad para obtener una masa suave, lisa y elástica que no se pegue a las manos. Si notás que está demasiado húmeda, podés espolvorear un poco más de harina; si está seca, incorporá apenas más agua, siempre en pequeñas cantidades.
  4. Amasar y dejar reposar: Amasá durante unos minutos hasta lograr una masa homogénea y flexible. Luego formá una bola, cubrila con un paño limpio y dejala reposar entre 30 y 60 minutos a temperatura ambiente, ya que este tiempo de descanso ayuda a relajar el gluten y facilita que las cachangas se estiren sin encogerse ni romperse.
  5. Dividir y reposar los bollos: Pasado el reposo, tomá porciones de masa y formá bollos de tamaño parejo. Colocalos sobre una superficie ligeramente enharinada, cubrilos nuevamente y dejalos reposar unos 10 minutos más, lo que permitirá que mantengan su forma al estirarlos.
  6. Estirar las cachangas: Tomá cada bollo y estiralo con un rodillo o con las manos hasta obtener discos delgados y de forma rústica. No es necesario que queden perfectos ni completamente circulares, ya que su aspecto irregular es parte de la preparación tradicional y además aporta sectores más crocantes al freírlos.
  7. Freír hasta dorar: Calentá abundante aceite en una sartén a fuego medio-alto y, cuando esté bien caliente pero sin humear, colocá las cachangas una por una. Freílas por ambos lados hasta que estén bien doradas y crujientes, cuidando que el aceite no se queme para evitar que absorban grasa en exceso.
  8. Escurrir y servir: Retirá las cachangas y apoyalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Servilas calientes, ya que recién hechas conservan la mejor textura, y acompañalas según la costumbre con miel, azúcar, mermelada, manjar blanco o simplemente solas con una infusión o café caliente.