Capuchinos cubanos

Capuchinos cubanos
Receta de Capuchinos cubanos

Los capuchinos cubanos son uno de los tesoros clásicos de la repostería de Cuba, un postre ligero, esponjoso y profundamente almibarado que conquista desde el primer bocado. Aunque muchos lo confunden con una bebida italiana, en la isla este dulce es un pequeño cake amarillo preparado tradicionalmente en forma de cono y empapado en un almíbar aromático de anís o vainilla. En las dulcerías se elaboran con un molde especial que permite hornearlos en posición vertical, logrando así su forma característica y su textura aireada. Su popularidad es tan grande que existen también versiones redondas, conocidas como cabezotes, y la variante grande tipo cake, reservada para ocasiones especiales.

Prepararlos en casa es totalmente posible, incluso sin los moldes tradicionales, logrando un resultado casero fiel al sabor auténtico que enamora a varias generaciones de cubanos. Esta receta recoge la esencia tradicional, el método que asegura su esponjosidad y el almíbar que define su identidad, permitiendo disfrutar en casa de uno de los dulces más representativos de la isla.

Información de la receta

  • Tiempo de preparación: 25 minutos
  • Tiempo de cocinado: 17 minutos
  • Tiempo total: 42 minutos
  • Raciones: 12 capuchinos
  • Categoría: Postres
  • Tipo de cocina: Cubana
  • Calorías por ración: 230 kcal

Ingredientes

Para los capuchinos

  • 12 yemas de huevo
  • 1 huevo entero
  • 1/4 taza de azúcar
  • 1 cucharadita de vainilla
  • 3/4 taza de maicena
  • 1 cucharada de harina
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 4–6 gotas de colorante amarillo (opcional)

Para el almíbar

  • 3 tazas de azúcar
  • 3 tazas de agua
  • Cáscara de limón
  • Cáscara de naranja
  • 1 estrella de anís
  • 1 ramita de canela
  • ½ cucharadita de vainilla
  • 1 cucharada de licor de anís o 1–2 cucharadas de ron (opcional)

Como hacer Capuchinos cubanos

  1. Preparar los moldes de cucurucho: Para comenzar, forma los clásicos moldes cónicos usando hojas de papel de hornear o papel normal doblado a la mitad, enrollándolas hasta crear cucuruchos firmes y doblando la punta para evitar que la masa gotee. Es importante engrasar ligeramente el interior con mantequilla o spray para que luego se desprendan sin dificultad, ya que la masa es muy ligera y se puede romper. Coloca los conos en un soporte, molde o rack que los mantenga de pie; si no tienes uno, puedes improvisarlo con papel aluminio doblado varias veces hasta hacer una base estable. Preparar bien estos moldes garantiza que los capuchinos mantengan la forma tradicional y no colapsen al hornearse.
  2. Batir las yemas y el huevo hasta airear la mezcla: En esta etapa, coloca las 12 yemas y el huevo entero en un bowl grande y bátelos durante 2 a 3 minutos hasta que todo quede bien integrado, lo que ayudará a que el volumen inicial aumente de forma pareja. Luego agrega el azúcar y la vainilla y continua batiendo a velocidad alta por unos 10 minutos, permitiendo que la mezcla se vuelva muy espesa, cremosa y de color amarillo intenso. Si deseas un color aún más clásico, añade las gotas de colorante mientras sigues batiendo, pero no es obligatorio porque las yemas ya aportan su tono natural. Esta aireación es clave: cuanto más voluminoso quede el batido, más suaves, esponjosos y auténticos quedarán los capuchinos.
  3. Incorporar los ingredientes secos sin perder volumen: Cuando el batido esté bien inflado, tamiza la maicena, la harina y la sal directamente sobre el bowl en tres o cuatro porciones, ayudándote con un colador para evitar grumos. Mezcla cada porción suavemente con movimientos envolventes usando una espátula, sin batir ni presionar demasiado, ya que esta masa es muy delicada y puede bajarse fácilmente. La harina añadida en poca cantidad estabiliza la estructura y evita que la superficie se hunda al salir del horno, pero si se usa de más, la textura se volverá densa y perderá la suavidad tradicional de los capuchinos. La intención es mantener la esponjosidad lograda durante el batido, integrando los secos sin que la mezcla pierda aire.
  4. Llenar los cucuruchos y hornear a temperatura suave: Una vez la masa esté lista, vierte con cuidado dentro de los conos hasta llenar solo tres cuartas partes de cada uno, dejando espacio para que la mezcla suba sin derramarse. Coloca los moldes llenos en el horno precalentado a 170 °C (340 °F) y hornéalos por 15 a 17 minutos, observando que la parte superior se dore ligeramente mientras el interior se mantiene esponjoso. La cocción debe ser suave para evitar que se resequen o se agrieten, ya que esta es una masa muy aérea. Al retirarlos del horno, es preferible desmoldarlos mientras aún están tibios porque el papel se desprende mucho mejor y la superficie se mantiene intacta.
  5. Preparar el almíbar aromático: Mientras los capuchinos se hornean, coloca en una olla el agua, el azúcar, la cáscara de limón, la de naranja, la estrella de anís, la canela y la vainilla, y lleva a hervor durante 3 a 5 minutos hasta que el azúcar se disuelva por completo y el líquido tome un leve espesor. Si deseas el toque más clásico, añade el licor de anís o el ron, lo que aporta profundidad y aroma sin volver el almíbar demasiado fuerte. Una vez listo, retira las cáscaras y especias para que no amarguen el sabor, y mantén el almíbar caliente o muy tibio, ya que así penetra mejor en los capuchinos y los deja jugosos por dentro.
  6. Enchumbar los capuchinos y dejarlos reposar: Coloca los capuchinos tibios en una bandeja honda y vierte el almíbar caliente por encima hasta cubrirlos completamente, dejando que absorban el líquido durante unos 30 minutos. Es normal que floten al inicio, pero a medida que se impregnan irán bajando; puedes girarlos suavemente para que el almíbar los bañe por igual. Luego pásalos a un recipiente hermético con una capa de almíbar en el fondo, lo que ayuda a mantenerlos húmedos y evitar que se sequen. Este dulce se disfruta mejor frío, así que refrigéralos durante toda la noche para obtener la textura tradicional: tiernos, jugosos y llenos del perfume del almíbar.